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Lecciones para nosotros:
1 Samuel 1:11, 12, 21-23; 2:19. La importancia que Ana daba a la oración, su humildad, su gratitud por la bondad de Jehová y su constante cariño maternal hacen de ella un ejemplo para las mujeres temerosas de Dios.
1 Samuel 1:8. Elqaná puso un magnífico ejemplo en cuanto a fortalecer a otros con palabras (Job 16:5). Primero, sin erigirse en juez, le preguntó a Ana: “¿Por qué [...] se siente mal tu corazón?”. Esas palabras la animaron a expresar sus sentimientos. Entonces, él le confirmó su cariño, preguntándole: “¿No soy yo mejor para ti que diez hijos?”.
1 Samuel 2:26; 3:5-8, 15, 19. Llegamos a ser “más agradables” a Dios y a los hombres si cumplimos diligentemente con la obra que Dios nos ha asignado, aprovechamos la educación espiritual que recibimos y somos corteses y respetuosos.
1 Samuel 3, 4, 10. Ni siquiera un objeto tan santo como el arca del pacto sirvió de amuleto. Debemos “[guardarnos] de los ídolos” (1 Juan 5:21).
1 Samuel 1:18. El
poder que nos da la oración es impresionante pues cuando Ana le oro a Jehová
tan fervorosamente, su rostro no volvió a mostrar preocupación. Esto nos enseña
que no importa que tan grande sea la magnitud de nuestro problema, arrojemosle
nuestra carga a Jehová "el oidor de la oración" quien a su debido
tiempo contestará nuestras oraciones.
1 Samuel 2: 21,23 Mientras
Samuel continuaba “creciendo con Jehová”, ¿qué lo protegió de la mala
influencia de los hijos de Elí? Que desde muy pequeño, Samuel se concentró en
su servicio a Jehová. A pesar de que los hijos del sumo sacerdote Elí se habían
corrompido, Samuel mantuvo una relación estrecha con Jehová, lo cual lo
protegió de las malas influencias. Actualmente, muchos jóvenes cristianos
imitan a Samuel y continúan “creciendo con Jehová” a pesar de que haya gente a
su alrededor que les dé un mal ejemplo, ellos siguen siendo fieles a su
servicio al igual que Samuel.
1 Samuel 1:12-16 Es muy
probable que las palabras de Eli hayan herido a Ana cuando este la acusó de
estar borracha. Lejos de sentirse ofendida, le respondió con gran respeto y no
la privaron del gran gozo de servir a Jehová. Si queremos servir a Jehová de
corazón, y lejos de sentirnos ofendidos, perdonemos las faltas y las palabras
que los demás hayan cometido contra nosotros.