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Núm. 2: Bat-seba. Tema: Los pecadores que se arrepienten pueden recuperar la aprobación de Dios (it-1 págs. 289, 290)

BAT-SEBA
(Hija de Abundancia; posiblemente: Hija [Nacida en] el Séptimo [Día]).
Hija de Eliam (Amiel, 1Cr 3:5) y posiblemente nieta de Ahitofel. (2Sa 11:3; 23:34.) Primero fue esposa de Urías, el hitita, uno de los hombres poderosos de David, y más tarde se casó con este rey, después de haber sido protagonista de uno de los episodios más funestos de su vida. (2Sa 23:39.)
Bat-seba estaba bañándose al atardecer de un día de primavera, cuando el rey David alcanzó a ver a esta mujer, que era “de muy buena apariencia” desde la azotea de su palacio. Al enterarse de que su esposo se había ido a la guerra, el rey, apasionado, hizo que se la llevasen al palacio y cohabitó con ella. “Más tarde ella regresó a su casa”, y algún tiempo después le informó que estaba encinta. En seguida David tramó que Urías se acostase con su esposa para encubrir el adulterio, pero al fracasar este ardid, manejó los asuntos para que muriera en una batalla. Tan pronto como hubo pasado el período de duelo, Bat-seba llegó a ser la esposa de David y dio a luz un niño. (2Sa 11:1-27.)
“Pero la cosa [...] pareció mala a los ojos de Jehová.” Su profeta Natán reprendió al rey con una ilustración en la que representó a Bat-seba como la única “cordera” de un hombre pobre (Urías) que un hombre rico (David) tomó para agasajar a un visitante. David se arrepintió con gran pesar (Sl 51), pero el niño nacido del adulterio, de quien no se dice el nombre, murió. (Véase DAVID.) Años después, David volvió a sufrir las consecuencias de su pecado cuando su hijo Absalón violó a sus propias concubinas. (2Sa 11:27–12:23; 16:21, 22.)
Bat-seba halló consuelo en su arrepentido esposo, a quien se dirigió repetidas veces como “mi señor”, imitando el ejemplo de Sara (1Re 1:15-21; 1Pe 3:6), y con el tiempo le dio a luz un hijo llamado Salomón, a quien Jehová amó y bendijo. (2Sa 12:24, 25.) Además, tuvo otros tres hijos: Simeá, Sobab y Natán, siendo este último un antepasado de María, la madre de Jesús. Ya que José descendía de Salomón, tanto la madre de Jesús como su padre adoptivo eran descendientes de David por medio de Bat-seba. (1Cr 3:5; Mt 1:6, 16; Lu 3:23, 31.)
Bat-seba aparece de nuevo en el registro bíblico hacia el final del reinado de cuarenta años de David. Este le había jurado: “Salomón tu hijo es el que llegará a ser rey después de mí”. Por consiguiente, cuando Adonías, el medio hermano mayor de Salomón, intentó usurpar el trono poco antes de la muerte de David, Bat-seba, siguiendo la recomendación del profeta Natán, le recordó al rey su juramento. Este hizo que Salomón ascendiera al trono inmediatamente, y Bat-seba llegó a ser la reina madre. (1Re 1:5-37.)
Una vez que el trono de Salomón estuvo establecido firmemente, Bat-seba se presentó ante él en calidad de intermediaria influyente con una petición a favor de Adonías. Al instante, Salomón “se levantó a su encuentro y se inclinó” y ordenó que se pusiera un trono para su madre, “para que se sentara a su derecha”. Sin embargo, esta petición puso de manifiesto la duplicidad de Adonías, por lo que Salomón hizo que se le diera muerte. (1Re 2:13-25.).
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*** w93 15/3 pág. 10 párrs. 8-9 La misericordia de Jehová nos libra de la desesperación ***
8 Podemos recibir perdón y alivio si confesamos nuestros pecados a Dios. David cantó: “Por fin te confesé mi pecado, y no encubrí mi error. Dije: ‘Haré confesión acerca de mis transgresiones a Jehová’. Y tú mismo perdonaste el error de mis pecados”. (Salmo 32:5.) ¿Está usted angustiado por causa de algún pecado que ha ocultado? ¿No sería mejor confesarlo y dejar de practicarlo a fin de recibir la misericordia de Dios? ¿Por qué no llama a los ancianos de la congregación y busca la curación espiritual? (Proverbios 28:13; Santiago 5:13-20.) Su arrepentimiento será reconocido, y con el tiempo volverá a sentir su gozo cristiano. “Feliz es aquel cuya sublevación le es perdonada, cuyo pecado le es cubierto —dijo David—. Feliz es el hombre en cuya cuenta Jehová no imputa error, y en cuyo espíritu no hay engaño.” (Salmo 32:1, 2.)
9 David y Bat-seba eran responsables ante Jehová Dios por el mal que habían cometido. Aunque se les podría haber ejecutado por sus pecados, Dios tuvo misericordia de ellos. Tuvo misericordia de David especialmente por causa del pacto del Reino. (2 Samuel 7:11-16.) El arrepentimiento de David de los pecados que tenían que ver con Bat-seba se observa en el Salmo 51. El rey arrepentido compuso este salmo conmovedor cuando el profeta Natán despertó su conciencia y le hizo ver la gravedad de sus transgresiones de la ley divina. Natán tuvo que tener valor para llamar la atención de David sobre sus pecados, y los ancianos cristianos nombrados también tienen que ser valerosos para hacer lo mismo en la actualidad. En vez de negar la acusación y ordenar que se ejecutara a Natán, el rey confesó humildemente. (2 Samuel 12:1-14.) El Salmo 51 muestra lo que David dijo a Dios en oración respecto a su desdichado acto, y es provechoso que meditemos cuidadosamente en su contenido, en particular si hemos errado y anhelamos la misericordia de Jehová.

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