“Hasta cuando uno tiene en abundancia, su vida no resulta de las cosas que posee.”
“Teniendo, pues, sustento y con qué cubrirnos, estaremos contentos con estas cosas.”
(1 Timoteo 6:8)
“Hay más felicidad en dar que en recibir.”
(Hechos 20:35)
Hay que ser generosos y agradecidos
Por lo general, la gente feliz no es egoísta, sino que demuestra generosidad e interés por los demás. Ya lo dijo Jesús: “Hay más felicidad en dar que en recibir” (Hechos 20:35). Además de bienes materiales, podemos aportar nuestro tiempo y energías, que tal vez hasta se aprecien más, sobre todo en la familia. Los cónyuges tienen que pasar tiempo juntos para fortalecer su matrimonio y mantener la dicha. Los padres, por su parte, deben dedicar mucho tiempo a sus hijos: conversar con ellos, mostrarles afecto y educarlos. Cuando todos los miembros dan de estas maneras, la familia se fortalece y el hogar se convierte en un oasis de felicidad.
Por otro lado, cuando son los demás los que nos aportan un poco de su tiempo, sus energías o cualquier otra cosa, ¿cumplimos nosotros con la exhortación: “Muéstrense agradecidos”? (Colosenses 3:15.) Vivir de acuerdo con estas dos palabras puede mejorar muchísimo nuestras relaciones con el prójimo, además de incrementar significativamente la dicha que sentimos. ¿Verdad que uno siente mucha alegría cuando alguien le expresa de corazón su agradecimiento?
Además, al mostrar gratitud nos hacemos más conscientes de las cosas buenas que nos ocurren. En un experimento controlado, una investigadora de la Universidad de California en Riverside (EE.UU.) pidió a los participantes que llevaran un “diario de gratitud”, es decir, que apuntaran las razones que tenían para estar agradecidos cada día. Como cabría esperar, al cabo de seis semanas se sentían mucho más satisfechos con su vida.
¿Qué aprendemos? Sin importar cuál sea nuestra situación, conviene centrarse en los aspectos positivos de la vida. Esa es la actitud que nos anima a tener la Biblia, pues dice: “Regocíjense siempre. Con relación a todo, den gracias” (1 Tesalonicenses 5:16,18). Claro, para lograrlo debemos esforzarnos por recordar las cosas buenas que nos pasan. ¿Verdad que sería bueno ponerse esta meta?